¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando vemos a alguien hablar pero no le escuchamos? ¿Qué provoca en nuestra actividad cerebral la lectura de los labios? Estudios científicos de finales de los años 90 afirman que la lectura de labios en silencio activa las cortezas auditivas. Sin embargo, los científicos desconocían hasta ahora qué suponía tal activación.
Una investigación del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián liderado por el investigador Ikerbasque Nicola Molinaro ha dado un paso más allá concluyendo que el cerebro no solo se activa, sino que se sincroniza con las ondas sonoras del habla a través de la lectura de los labios, incluso sin sonido audible. El estudio ha sido publicado en la prestigiosa revista The Journal of Neuroscience.
Este pequeño matiz entre activación y sincronización supone para los neurocientíficos un cambio enorme en el marco teórico, y es que la activación cerebral no necesariamente reflejaba que la persona que estaba escuchando pudiera reconstruir lo que el hablante estaba diciendo. “Nuestras cortezas auditivas se sincronizan con los movimientos de los labios sin escuchar el sonido que emite el hablante, lo que supone que aunque las regiones auditivas no estén escuchando nada son sensibles a la información visual que reciben”, afirma Molinaro.
Alrededor de 25 personas voluntarias realizaron una prueba de aproximadamente una hora de duración, exponiéndose a audios sin imagen y a vídeos audiovisuales sin sonido. Así, la investigación ha permitido descubrir que las cortezas auditivas de los participantes mostraron un suficiente nivel de sincronización con las ondas de sonido producidas por el vídeo que no estaban escuchando. De hecho, la sincronización se parecía a la de aquellos que escucharon la historia, lo que indica que el cerebro puede obtener información auditiva de la información visual disponible para ellos a través de la lectura de labios.
Este importante descubrimiento abre paso a otras muchas incógnitas que Molinaro pretende investigar en los próximos años. Para empezar, este estudio confirma que las regiones auditivas son sensibles a mucha más información, pero se desconoce en qué medida afectan los diferentes parámetros a la actividad cerebral.
“La información verbal no solo va por el canal auditivo y es también sensible a la información visual. La comunicación verbal es, en definitiva, una comunicación multi-modal mucho más rica. En este caso hemos analizado solo el movimiento de las bocas pero hay mucha más información visual, como pueden ser los gestos, los movimientos de las manos, los parpadeos, el movimiento de la cabeza…”, señala el investigador.
Asimismo, Molinaro también cree que analizar las capacidades de los músicos sería interesante para su investigación, porque “es un colectivo mucho más sensible a la sincronización entre movimiento y sonido”.