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Desarrollan un modelo animal para poder estudiar el trastorno de estrés postraumático

PTSD

La vivencia de situaciones traumáticas afecta el bienestar físico y/o psicológico de la persona que las padece a lo largo de su vida, de hecho, en numerosas ocasiones pueden desarrollar el "trastorno de estrés postraumático" o PTSD (acrónimo en inglés:). En estos casos, el sentimiento de miedo se generaliza después de una experiencia traumática, hasta el punto de que un individuo reconoce varios estímulos no amenazantes como amenazas reales, perdiendo la capacidad de distinguir entre lo inofensivo y lo dañino. Esta reacción puede ocurrir incluso en situaciones de calma.

Se estima que más del 50% de la población mundial se ha enfrentado o se enfrenta a una experiencia traumática grave, y aproximadamente el 8% puede desarrollar el trastorno de estrés postraumático con estados emocionales severos: emociones negativas persistentes (miedo, horror, ira, culpa o vergüenza) e incapaz de experimentar emociones positivas (felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos), problemas para concentrarse, irritabilidad continua, trastornos del sueño, inquietud, autoaislamiento, pesadillas, desconfianza en los demás y flashbacks constantes. De hecho, existen ya algunos datos sobre la repercusión de la pandemia generada por el Covid-19 en situación de estrés post-traumático en determinadas personas y profesiones.

El estrés post-traumático se está convirtiendo ya en una afección mental severa en los países más desarrollados, y por ello representa un problema de salud mental en constante progresión, que sacude la salud de las personas que lo sufren, así como su entorno.

En el marco de la convocatoria europea “ERA-NET NEURON”, en 2018 se inició un proyecto de investigación cooperativo denominado "topdownPTSD" que tiene como objetivo investigar como los circuitos cerebrales modulan los circuitos emocionales. La hipótesis de trabajo es que una experiencia traumática puede desencadenar una disfunción en los circuitos de la memoria, y que ello puede acarrear disfunciones en los circuitos de las emisiones, que se manifestarán en forma de estrés post-traumático. Para poder realizar investigaciones de laboratorio sobre este fenómeno, es imprescindible poder contar con herramientas experimentales como las creadas. El proyecto está coordinado por el investigador Ikerbasque Mazahir T. Hasan, que trabaja en el centro ACHUCARRO de Leioa, y tiene una dotación de 1,2 millones de euros. El consorcio está formado por 6 socios de 5 países europeos: España, Italia, Noruega, Alemania y Polonia.

Este nuevo desarrollo científico acaba de ser publicado por una revista científica que es referencia en su campo, y es uno de los primeros frutos del proyecto en el que han colaborado los grupos de investigación de la Dra. Patrizia Campolongo (Universidad Sapienza de Roma, Italia) y el Dr. Mazahir T. Hasan.

Para acceder al artículo: https://doi.org/10.1038/s41398-020-00929-9